Muchas veces conocemos personas que nos parecen admirables por aquello en lo que se han convertido, sin tener idea del viaje que los llevó hasta ahí.
No es que esas personas hayan tenido mejores oportunidades o un camino más fácil, es que en algún punto decidieron transformar su destino al comprender que nada iba a cambiar si ellos mismos no se convertían en el cambio.
Declararnos víctimas del destino, de las circunstancias o de las decisiones de los demás es cómodo, porque nos quita responsabilidad. Pero también nos aprisiona y nos vuelve vulnerables a seguir atrapados dentro de esa realidad que tanto decimos querer transformar.
Pero tienes que ir recordando que NADA va a cambiar, si tú no quieres cambiar.
Comments